-Empieza ya por favor. - dije mientras mi voz temblaba.
- ¿No quieres despedirte?. - susurro mientras lentamente se acercaba a mi.
-¿Sabes? la manera más cruel y siniestra de volver loca a una persona es la misma que has utilizado conmigo y lo peor de esta tortura, es que parece no tener fin. Los minutos se hacen horas y sinceramente no entiendo muy bien cual es este propósito tan macabro que tienes conmigo.
También la manera más cruel en la que puedes destruirte es convirtiéndote en tu propio enemigo y es así como poco a poco tu corazón se volvió ceniza, totalmente oscuro y podrido por dentro y es tan grande tu engaño, que prefieres vivir en él antes que buscar la solución a esta pesadilla.
- MMM...Dulce pesadilla mi amor. -- me dijo mientras sus dedos, sus asquerosos dedos acariciaban mi rostro.
- Dime, ¿no te vale verme llorar, ni verme destrozada en el suelo, que necesitas más?, ¿ Eres tan cruel que ni en mis últimas palabras, dejaras verte como de verdad eres?
- Algunos nacemos con el corazón podrido y debemos alimentarnos... Dulce tortura que te crea esas pesadillas y si en ellas quisieras gritar, aun así no podrías ni despertar, entonces ¿no sería mejor quitarte la vida como ahora mismo voy a hacer yo? - Me dijo mientras prepara mi última tortura.
Justo en ese momento comprendí que mis últimas palabras iban a ser encerradas entre 4 paredes manchadas de sangre y antes de que el pudiera destruir lo poco que me quedaba, deje de respirar ahogándome en mi propio sufrimiento, en ese final tan inesperado que hasta el se quedaría con ganas de jugar en su último asalto.
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